I. Gabilondo, aplicado periodista que quizá el lector ya no recuerde, personaje un día relevante al que erróneamente se tiene por retirado (pero que sigue en activo casi clandestinamente) equipara los libros y los fuegos: la obra de Luis Herrero sobre Suárez y la quema de imágenes del Rey. Todos los fuegos el fuego y todos los libros el libro, Gabilondo, pero no mezcle.
Sobre todo, no mezcle cosas incompatibles; ya enfatizó Ray Bradbury lo que les sucede a los libros al alcanzar la temperatura Fahrenheit 451. Si los acerca usted tanto a las llamas que escupen los dragoncetes asociados a sus amigos, en vez de conseguir una analogía ("pinza", dice, siempre tan periodístico) obtendrá un montón de cenizas.
Acusa I. Gabilondo a Herrero de falta de independencia por haberse convertido en eurodiputado. Desconcertante imputación en un maestro de la intoxicación preelectoral, electoral y postelectoral. Oído lo del 11-14 M, le tendríamos por más independiente si hubiese sido portavoz de González y Rodríguez y hubiera celebrado sus comparecencias luciendo el puño y la flor marchita en una camiseta. ¿Qué decir de su entrevista a Santano, tan imparcial por su parte, tan elegante por la del entrevistado?
A lo que íbamos. Resulta que criticar a alguien por escrito es lo mismo que quemar su retrato y pedir su decapitación. Lo chungo del símil es que el criticado trabaja de monarca y el Código Penal lo protege al tipificar como delito el último grito gerundense en materia de performance. Moda recibida con singular tolerancia partidaria, gran comprensión de la alcaldesa y mucha calma tertuliana en la SER: al igual que la Esquerra, los criptocomunistas y el socialismo catalán, invocan la libertad de expresión.
Sospecho que, con el siniestro paralelismo, I. Gabilondo propugna peor trato para quien escribe y firma que para quien quema bajo un pasamontañas. Al cortejo de los autos de fe antiborbónicos, no; pero a ese Herrero sí que habría que aplicarle el Código Penal, ¿verdad, independiente Gabilondo? Aplaque usted esa aversión a la letra impresa. Lea. Le hará bien.